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La Espinela es una fórmula estrófica cuya denominación se debe a Vicente Espinel, escritor y músico del siglo XVI, que le dio su estructura más conocida en forma de rimas abbaaccddc. Se conoce habitualmente como décima y fue utilizada por escritores de los siglos XVII y XVIII como Lope de Vega. Su presencia en la literatura ha sido habitual desde entonces, con un profuso empleo por parte de escritores sudamericanos, así como por poetas de la Generación del 27, como Jorge Guillén.

Su estructura en versos octosílabos y su particular redondez y dinamismo lírico hicieron de la décima un vehículo muy apropiado para la expresión de la poesía popular, tanto en el ámbito rural como marinero. Su uso se extendió para contar asuntos diversos, dentro de la habitual dicotomía de versos a lo divino o a lo profano. Sin embargo, su uso más arraigado es en forma de controversia o pugna entre dos cantadores (conocidos habitualmente como verseadores) que improvisan estrofas en disputa socarrona sobre algún asunto puntual, con un mecanismo de repentización que llega a ser sorprendente en algunos cultores, capaces de crear décimas de notable ingenio.

La décima fue adoptada por muchos países latinoamericanos (Puerto Rico, México, Venezuela, etcétera), pero es en Cuba donde más arraigo conoció en su forma cantada. La musicóloga cubana María Teresa Linares apunta que la estructura criolla del canto del Punto Cubano es, en parte, producto de la influencia que ejercieron los emigrantes canarios a las diferentes zonas del interior de la isla. El género regresó a nuestro archipiélago ya en su estilo caribeño y fue cultivado intensamente en todas las islas.

Su estado actual en Canarias está en declive desde hace décadas, aunque verseadores de la talla de Yeray Rodríguez, Francisco Arteaga o Pepe Rocha mantienen viva la llama de este género.