Jeremías Umpiérrez fue uno de los grandes timplistas del siglo pasado. Este visionario e innovador es ahora rescatado de la mano de José M. Duque Chirino gracias a este esclarecedor artículo que cuenta con importantes declaraciones de personalidades como Néstor Álamo, María Rosa Alonso, Casimiro Camacho o Totoyo Millares

Jeremías Umpiérrez

Jeremías Umpiérrez

A veces es difícil apreciar el trabajo realizado por personas que desarrollaron su labor artística o musical en una época donde las grabaciones de audio eran escasas y los medios de comunicación más usuales eran la prensa escrita y la radio.

Lo que ha llegado a nuestros días es gracias a la ayuda de personas que de una manera u otra guardaron para sí algunos documentos y archivos que hoy bien valen su peso en oro y, por otra parte, por la gran labor de digitalización de toda la prensa escrita, llevada a cabo por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y vertidas en el Proyecto “Jable” a disposición gratuita y online para todo el público en general.

Esto nos ha permitido indagar en la vida de Jeremías Umpiérrez, joven inquieto y con ganas de mejorar, que un buen día decidió abandonar el ambiente rural y deprimido de la posguerra de su Tinajo natal y emigrar a Gran Canaria con la única compañía de lo puesto, pero con la ilusión que lleva cualquier emigrante que huye del hambre y de la necesidad.

No podemos afirmar, con los datos obtenidos, que Jeremías ya saliera de Lanzarote hacia su nuevo destino capitalino con la idea de triunfar con su peculiar rasgueo del timple, aprendido en el bregar de las parrandas familiares y de amigos. Hasta donde podemos confirmar se dedicó a la venta ambulante de telas (1).

Pero… ¿Cuál era el panorama que rodeaba al timple en esa época?

Nestor Alamo Apologia TimplePara responder a ello, extraemos las palabras de Néstor Álamo, escritor, periodista y compositor canario, publicadas en el periódico Falange en el año 1946 (2).

Todos sabemos que el timple es un ukelele con cierta cuerda más y bastante suerte menos que el hawaiano instrumento. El plus de la cuerda aumenta sus posibilidades melódicas en un veinte y cinco por ciento sobre aquel su universal hermano. Pero el timple no ha sido estudiado. Casi, casi, podría decirse que se le desconoce. Nadie ha intentado escudriñar en el mundo probable de sus posibilidades. A los niños juerguistas y a los furrunguiadores de barrio les basta y sobra con dos o tres posturas para salir del paso; es decir, unos cuantos atropellados acordes, sin armonía ni emoción alguna que coadyuven al logro de un climax en el rebotallo…

Existe una literatura sobre pedagogía ukelélica; no vemos por qué no puede contar el timple con otra parecida. Hemos hablado de ello con algunos músicos profesionales; es decir, profesores. Pero según su opinión, no encuentran posibilidades en tal investigación. El timple dicen—es instrumento pobre, rudimentario, sin más fin que servir de festón o ribete a los convidos donde el sancocho y el caldo de pescado son señores. Intentar algo respecto a él sería perder, el tiempo. ¡Y está tan cara la Vida!

Salvo raras excepciones, quienes han reaccionado así son gentes de afuera, gentes para quienes el timple no es más que un instrumento chillón y desalmado.

La llegada de Jeremías al ambiente musical de Las Palmas, que consideraba al timple sólo como parte integrante de las rondallas y grupos, y su apuesta novedosa en la forma de interpretar a dúo de timple y guitarra solamente, se ve reflejado por el propio Néstor Álamo en sendos artículos de opinión publicados en el mismo periódico antes citado.

Pero en cierta ocasión, un canario de solera recogió el guante de nuestras iniciales, remotas sugestiones timpleras y se engolfó por entero en este estudio; en su localizar de valores. Y este canario—inútil nos parece decirlo— es Jeremías; Jeremías Umpiérrez. Jeremías, al igual que hace el biólogo con sus cultivos, no ha cejado en su empeño de abrir rutas ignoradas a la afición. Su premio —premio espléndido— ha sido el hallazgo de nuevas formas de afinaciones de perspectivas inéditas en la técnica timplista; modulaciones, acompañamientos hasta ahora insospechados. Anchas fajas de terreno virgen dentro de la angosta y admitida forma de manejar el isleñisimo cameyiyo.

Nestor AlamoYa aquí podemos vislumbrar algunos detalles que fueron cruciales para el futuro del instrumento como la petición de una cátedra de timple.

Jeremías es hoy el mejor floriador local de timple. Hace tiempo tratábamos con él de estos asuntos. Le exponíamos nuestro punto de vista respecto a las posibilidades que se podían extraer del timple con un conocimiento metódico de su técnica de fabricación y modo de pulsarlo.

Jeremías Umpiérrez; usted, sin pretenderlo, ha situado en esa su recién publicada conversación sobre el timple canario uno de los sillares más seguros del edificio de nuestras “leales y nobles diferencias”

No tema usted; está bien asentado. Nadie se atreverá a tocarlo y el pueblo lo siente y sabe suyo. Ahora bien; así como coadyuvé en fijar en usted la preocupación por el conocimiento de la psicología, leyenda y posibilidades timpleras quiero colabore en esa solicitud que es preciso elevar a la venerable Sociedad Filarmónica solicitando la creación de una cátedra de enseñanza de timple.”

También podemos observar los primeros pasos de un incipiente método de timple así como la utilización de diferentes tamaños de timples para conseguir diferentes voces.

«Y puede que no ande lejano el día en que por entre las manos de los aficionados de peso discurra ese ansiado, pertinente y necesarísimo “Método de timple”.

Ahora Jeremías organiza algo que aún no sabemos qué será. Algo parecido a un ciclo de conferencias; lecciones en que, sobre el terreno, timple en mano, vaya explicando a la gente nueva y a quienes sin serlo sienten eso que el timple representa, el producto de sus investigaciones; las deficiencias en la actual técnica del instrumento y hasta la forma en que pudieran obtenerse, dentro de la propia familia instrumental, cinco unidades de voces distintas y que él ya califica de timplón, segundo, timple ligero y timplillo.”

Maria Rosa AlonsoPero Jeremías no sólo encandiló a la sociedad Gran Canaria, también lo hizo con la filóloga, ensayista y escritora tinerfeña María Rosa Alonso (3), que escribió de él estas hermosas palabras:

El alma de mi tierra se trenzó en las cuerdas del timple embrujado de Jeremías y aquellas rejas prendieron, en los nerviosos barrotes, una enrredadera sutil que trenzaban los dedos nerviosos del tocador. ¿Qué me sobrecogió aquella noche encantada de septiembre, frontera a una mar sosegada? Lo que tocaba Jeremías era una isa que para mi no lo era; eran unas folias que no me lo parecían. Después tocó… no sé lo qué fué pero, Jeremías me aseguró que lo cantaban en Lanzarote.

Mi visión de esta isla natal de Jeremías Umpiérrez, que no se ha casado para vivir libre como los pájaros, según frase suya, es una visión poética; es decir, imaginada porque no he tenido la fortuna de verla. Yo la pienso seca y sedienta, un poco achatada por la continuada pesadumbre solar. Lo que Jeremías cantaba tenía un melancólico borbolleo de mar y desierto, de agua salada y tierra llana, de una inmensa e inflnita superficie sin horizonte. Era un canto que jamás he olvidado porque su melancolía no era recortada sino extensa.

Un canto de tierras que ven nacer el sol; y en aquella voz metálica de Jeremías, fue apenas levantaba un susurro, aprendí a oír la letanía de esta mitad oriental del Archipiélago. Entendí
con toda claridad la diferencia que hay entre el grupo occidental canario —de mayor humedad— y el oriental, de sequedad más acusada.

Las cuerdas del timple de Jeremías, un gran timple que es casi un Stradivarius conejero —nos hicieron pensar que estos isleños del grupo oriental cantan y tocan con un matiz distinto al nuestro, el de los isleños occidentales.

Cantan como si tuvieran el alma clavada en la mitad de una llanura —desierto o mar, acaso desierto y mar—, como si arrastraran una aridez milenaria oreada con los suaves cambiantes de sus semitonos. Una brisa musical de mar o desierto caldeaba en el cantar de Jeremías y en las cuerdas de su timple, y yo pensé que unas gentes que cantan así han de tener un alma un poco distinta a la de los que cantamos con menos amplitud de llanura sobre la que extender la voz y el suspiro.

Jeremías contó con el respeto de otros tocadores de su época. Así podemos ver una entrevista realizada por Guillermo Topham a Casimiro Camacho, el gran timplista majorero, con motivo de su visita a Arrecife de Lanzarote en mayo de 1954.

De pastor de cabras a profesor de timple ha llegado en corto tiempo, favorecido por sus grandes condiciones musicales, Casimiro Camacho, que acaba de actuar con celebrado éxito en el cine Atlántida de Arrecife de Lanzarote.

Según Casimiro Camacho el mejor timplista de las Canarias es Jeremías Umpiérrez y el mejor constructor de timples Simón Morales, de Teguise, sin olvidar a José Alemán, de Las Palmas.

En las postrimerías de su vida, y ya con sus facultades mermadas, su figura fue rescatada por otro gran timplista Gran Canario; Totoyo Millares en el libro de Manuel González Ortega (1) nos narra lo siguiente:

Jeremías-UmpierrezEl tocador lanzaroteño, a proposito de las carencias que encuentra en el instrumento a la hora de su desarrollo técnico, fue posiblemente el primero que instigó a su constructor de cabecera, Juan Morales, para que incluyera hasta nueve trastes en un mástil que, hasta entonces, sólo incluía cinco. También según le cuenta a Totoyo, es quien propopone construir media tapa doble en la parte superior de la boca para dotar de mayor solidez a esa parte del timple, que es la que se ve obligada a resistir mayor desgaste a propósito del ejercicio continuo de la mano que rasguea sobre su superficie.

El timplista conejero llega a desarrollar un esquemático método de aprendizaje de su singular forma de rasguear y para ello­ -sin duda una innovadora idea en aquellos años- hace fotografiar su mano derecha en las distintas posiciones con la que deben ejecutarse los movimientos de la mano derecha del timple.
1947 Método de Timple
El timplista conejero, que fue precursor de muchas cosas en el mundo del timple, falleció en 1991 y nos gustaría despedirnos de este trabajo con unas palabras escritas por Nestor Alamo (2) en 1946 que sirven como colofón a la vida de este ilustre amante de las cinco cuerdas.

De haber logrado eso que él nos dice, el nombre de Jeremías Umpiérrez será algo vivo para siempre, lleno de la alegría de su propia tierra a través del tiempo; y cuando de muchas personalidades de papel y almidón no quede ni el polvo sobre esta tierra nuestra de la Gran Canaria, el nombre de Jeremías Umpiérrez será sí equivalente, respecto al timple canario, a lo que cerca de la española vihuela significa el del clérigo picaro y andariego, bohemio y artista que se llamó Vicente de Espinel.

Lanzarote 1 de Noviembre de 2015
José M. Duque Chirino
http://www.asociaciondeltimplecanario.org/

Bibliografía:
(1): “Totoyo Millares.La leyenda del Timple”. Manuel González, 2011.
(2): “Apología del timple”. Nestor Alamo, 1 de junio de 1946. Periódico Falange.
“Las leales y nobles diferencias”. Nestor Alamo, 25 de octubre 1946. Periódico Falange.
(3): “Evocación y nostalgia del Timple”. María Rosa Alonso, 28 de septiembre de 1947. Periódico Falange.