Artículo elaborado por Juan Grisóstomo.


Suelo sentarme a escribir mis impresiones sobre cada programa que ofrece la Orquesta Universitaria Maestro Valle de la ULPGC no más de dos días después del concierto, para así recordar aún más y poder plasmar con la máxima exactitud las sensaciones vividas durante ese magnífico rato que nos hacen pasar. Pero esta vez fue diferente. Se aplazó el momento de expresar, ni recuerdo por qué, y cuando había decidido por fin hacerlo, el siguiente viernes, el mundo tembló un poco bajo mis pies con las noticias de lo acaecido en París.

No, no soy exacto, el mundo no tembló, pensé que lo había hecho; realmente​, ​ sólo permaneció quieto, parado, inerte tras producirse la gran matanza de personas felizmente distraídas, degustadoras de algo de comida, escuchadoras de música​… Y he aquí que​, ​ en menos de una semana, pasamos del gran concierto de la Orquesta Universitaria, con su dedicatoria a la música francesa y con su entrega a la causa de ACNUR en ayuda de los refugiados sirios, a una inversión de la situación y a que precisamente los que han propiciado que existan refugiados, principalmente sirios, atenten en Francia en el centro de París​… ​unos metros más allá de donde en 1789 se comenzaron a construir los pilares de la democracia bajo las palabras de ​»​Liberté, égalité, fraternité​». Da la sensación de que en el espacio de siete días la imagen del momento placentero en el Paraninfo se transformó, no se reflejó, en el espejo de la inconsciencia, retornándonos la representación deformada de la realidad…​ una verdadera «coïncidence”.

Dejo atrás este preámbulo para entrar en lo que realmente quería hacer una semana antes de esas terribles dos horas…​ comentarles mis apreciaciones sobre el concierto “A la française” de la Orquesta Universitaria Maestro Valle de la ULPGC. Comenzó el concierto con las palabras del Rector de la Universidad y del Director de la Orquesta añadiendo un motivo más al acto: el recuerdo hacia la malograda estudiante universitaria Saray González. Saray había fallecido de forma violenta, en un episodio mortal generado nuevamente por un ataque irreversible de ira tal y como confesó el autor del crimen…​ ​Más de lo mismo que en París, pero en Pérez del Toro… ​Fanatismo…​ Tras la introducción, las palabras del representante de ACNUR dieron explicación al destino de la recaudación de esa noche: los programas de ayuda a los refugiados sirios que están tocando en las puertas de Europa y que, a cuentagotas, van logrando llegar al final de su desesperación, aun segregándose las familias como lo están haciendo.

Noté en el Paraninfo menos público y no sé a ciencia cierta si se debía al programa en sí mismo, a la introducción de las nuevas tecnologías para la venta de entradas o a la ya múltiple oferta cultural de la capital los viernes, pero de estas tres cosas que les comento me alegro mucho: el programa fue una muestra exquisita de la música francesa, la opción de comprar en ​I​Internet las entradas será cada vez más importante y bendita oferta cultural de una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria, porque hay público para llenar y seguir llenando.

La iniciativa del PRELUDIO: SON DE LA ISLA trajo a atriles el estreno de una obra de un joven compositor canario, Ernesto Mateo, que se atrevió con un estilo compositivo moderno para Spleen. La introducción de la obra, realizada por la nueva presentadora, situó la motivación de su creación y forma en el pensamiento recurrente cuando este se convierte en cansino, tedioso. Baudelaire denominó a esa sensación Spleen en su obra “Las flores del mal”, con la que dio nombre a varios de sus poemas. Las tres partes diferenciadas en la composición de Mateo resultaron expresivas sobre el aburrimiento, no por esto último, sino por su descripción del concepto. Una excelente obra.

La línea francesa comenzó con la “Ouverture de Les Indes Galantes”, de Rameau. La música barroca, aún desprovista de la densidad de posteriores períodos musicales, es muy nítida, muy clara, muy cristalina. La obertura interpretada, con el estilo barroco temprano del propio Rameau, estuvo plasmada adecuadamente por la orquesta, que hicieron una aceptable lectura de esta música tan necesitada de vitalidad y rapidez de movimientos. Daba la impresión de que la orquesta aún se contenía en su entrega porque resultó una pieza algo plana para las posibilidades que ofrece, y en esto de la música no hay segundas oportunidades. Llegó, a continuación, uno de los, a priori, momentos del concierto. La interpretación de “Preludio a la siesta de un fauno”, de Debussy, es una empresa importante para cualquier orquesta, y tener el valor de colocarla en atriles puede suponer un acto de osadía o bien la búsqueda de adelantar y subir un par de escalones en el desarrollo del conjunto. La OUMV cumplió esta segunda premisa. No fue osada la orquesta, dada la buena interpretación global que hizo de la obra debussiana, con momentos interpretativos sublimes a lo largo de la pieza, con intervenciones emotivas y tímbricas del oboe primero, pero con un excelente solista de flauta, hilo conductor de toda la obra, que interpretó a nivel profesional la nada fácil partitura de la travesera. Este es el reflejo del poder de la música y, sobre todo, de la entrega a una responsabilidad adquirida con el instrumento propio. Creo, además, que el nivel de una orquesta lo hacen todos sus miembros, cada uno con su función, pero el detalle de que los solistas cumplan con garantías su labor y transmitan perfectamente lo que el papel exige de ellos, da una altura y actúa como elemento tractor y de orgullo para el resto del conjunto.

El ​»​Menuet Antique​»​de Ravel supuso una verdadera sorpresa. No es habitual su programación en los conciertos, ​pero resultó ser una obra justa en su extensión, pero sobrada en tímbrica y en esencia de Ravel. Las disonancias y las texturas se mostraron bajo el marco de un minueto como tema principal y de reposición, y el trío central fue bellísimamente expuesto por las mismas melodías de clarinete y oboe, cada uno con su acompañamiento propio y en diferentes momentos. Esto se tradujo en una obra redonda. El ​»​Petit Poucet​»​forma parte de una de las obras más fantásticas, en mi opinión, de Ravel: los cuentos de Ma mère l’Oye. La descripción de cada uno de los cuentos que hace el compositor francés son geniales e increíblemente exactas, pero en el caso del ​»​Petit Poucet​» no puedo resistirme a la emotiva y lánguida melodía inicial del oboe, tomada por el saxo alto en la función de corno inglés, perfectamente interpretadas el pasado viernes, y a las que se sucedieron las preciosas descripciones del caminar de Pulgarcito por el bosque, una tras otra, con la intervención de pájaros y la ondulación de ramas, en la recreación de una atmósfera de cuento.

Bizet fue un compositor que nos dejó múltiples obras de éxito. El ​»​Carillon de L’Arlesienne​»​forma parte de una suite habitualmente programada y que se puede escuchar en discos recopiladores de música clásica bajo temas como Música para la relajación, etc. El inicio de este movimiento comienza con una clara alusión al nombre, con un carillón puesto en las voces de las trompas. Habitualmente, ​he manifestado mi admiración por esta sección, engranada y expresiva, pero en un pasaje nítido como el del comienzo de esta pieza, la sección dejó atrás su constante robustez, no haciendo gala, en esta ocasión, del detalle tímbrico, cohesión y justeza de afinación con la que nos han seducido en programas anteriores. Tras esta introducción, el motivo central en forma de siciliana es de una gran belleza y sentimiento, el cual encaja perfectamente en una recopilación de este tipo. La interpretación de la orquesta fue nuevamente buena, con algunos problemas en la introducción, ya reseñados, pero con otros de afinación mantenidos en el tiempo en la parte central, lo cual, en el camino de progresión que lleva el conjunto, ​ha de ser controlado y superado en un corto plazo, porque si bien la orquesta ya tiene su sonido propio, estos desajustes desvirtúan el trabajo.

La obra de final de programa, la ​»​Bacchanale​»​de Sansón y Dalila de Saint-Säens me pareció, junto con Debussy y su “Preludio”, la obra más redonda de la noche. El solo inicial de oboe, bien ejecutado, ya era premonitorio del nivel a mostrar, ya nos sumergía en el palacio oriental en el que transcurre la acción. El tempo de ejecución fue adecuado para tener controlada la ansiedad por la fiesta, al menos, hasta los instantes finales, en los que el tiempo se aceleró hasta terminar en la intensidad más alta. Gran interpretación, sin duda. Como final de concierto, la orquesta universitaria ofreció la ​»​Danza Bohemia​»​de Carmen, también de Bizet. El pasaje inicial de flautas, en las que dos deben sonar como una aun teniendo diferentes voces, rayó a gran altura, sincronizados en gran parte del motivo y dando paso al resto de instrumentos tras la intervención. La danza sólo podía ir hacia adelante y mostrar el encanto de este baile gitano en todo su esplendor, lo cual sucedió sin duda con la versión universitaria.

Ya a unas semanas del concierto, y tirando más del recuerdo que de la presencia, sigo augurando un gran futuro a la orquesta. Tomar estos repertorios complicados y ofrecer una solución es algo que deja entrever el trabajo realizado, y en esto he de nombrar nuevamente al director, al maestro José Brito. Sin duda, gran parte de la repercusión que está teniendo el conjunto se debe a sus cualidades como director, y como en un iceberg, que solo muestra una pequeña parte, seguro que tanto director y orquesta trabajan arduamente para preparar los programas, aunque como ya he reseñado los detalles disonantes como afinación o pasajes no bien ejecutados forman parte de una orquesta que evoluciona, pero que debe trabajar en su eliminación.

Y ya en conclusión, sigo sin entender ciertos aspectos más manifiestos como es la sustitución de trombones por bombardinos o la carencia de una cuerda completa de trompetas. Si tuviera la oportunidad de preguntar a la orquesta, seguro que me darían una respuesta coherente, dado que nadie querría que las secciones instrumentales estuvieran incompletas, pero está claro que esa carencia de instrumentistas produce un desequilibrio en la cuerda de metales. Los compositores escriben para sonoridades determinadas, y si bien han sustituido un corno inglés (instrumento poco habitual) por un saxo alto, con excelentes resultados, en el caso de trompetas y trombones la inexistencia sonora es distorsionadora.

La próxima navidad tendremos la ocasión de ver a la Orquesta Universitaria Maestro Valle en otro registro, acompañando a Los Gofiones. Y ciñéndome a la trayectoria que llevan, la fusión con uno de los más grandes grupos de música popular de las islas ofrecerá otra perla de las que conviene llevar en el collar de la admiración y del seguimiento, que no del fanatismo… Esa piedra la llevan otros…​