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Escribía Benedetti que la gente que le gustaba era la que cultivaba sus sueños hasta que esos sueños se apoderaban de la realidad. A fuerza de fabricar realidades a partir de sueños, tengo la profunda impresión de que cuando los sueños viven en almas diferentes y logran consolidarse de manera única en uno solo el resultado es una sola alma. A los sueños hay que ofrecerles su tiempo, su recorrido. Muchos no pasan la primera puerta de la consciencia, otros no dejan de ser humedad calada en la pared del “ojalá”. Pero cuando un sueño trasciende más allá del cuerpo y entra en la zona de influencia de otro, ajeno al primero, la probabilidad de que se sumen es altísima, transformándose en un sueño más grande al que la realidad empieza a darle visos de posible.

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Fueron muchos los sueños que entraron en la Plaza de Santa Ana este miércoles 23 de diciembre. Como si estuvieran influidos por un gran remolino, cada sueño agarró al otro y lo hizo tan fuerte que surgió una única realidad, una ALIANZA de todos, un único sueño que ya era posible. El espectáculo ALIANZA unió los sueños de Los Gofiones, de la Orquesta Universitaria Maestro Valle de la ULPGC y del proyecto musical y humano de Barrios Orquestados. No sería sincero si no dijera que quizás vea algún espectáculo mejor que el viví, pero dudo mucho que haya estado o esté en un momento como el vivido: un hecho irrepetible y único.

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ALIANZA fue algo más que un espectáculo. Vale que era un evento público que aunó música, escena, público, etc., pero no fue eso solamente. Se percibió en las caras y se sintió en las almas. En todos. En los niños y niñas, padres y madres, de Barrios Orquestados que se asomaron al estrado de la plaza y vieron tanto público expectante que sintieron que sus notas iban a ser regalos en forma de lluvia de emoción. En la Orquesta Universitaria Maestro Valle, recolectores de excelentes momentos musicales en estos últimos tiempos y acostumbrados a llenar el Paraninfo con su proyecto cultural, pero que al negro riguroso de su indumentaria añadieron colores musicales frescos y vivos como el propio colectivo. Y en Los Gofiones, para los que los casi cincuenta años de existencia pudiera haber supuesto quedarse en la zona de confort que supone su increíble conocimiento de la música folklórica y popular de estas islas, pero para los que en su constante evolución van un paso por delante con la iniciativa de hacerse sinfónicos, de incorporar la sonoridad que puede ofrecer una orquesta sinfónica y de hacer aún más grandes y diferentes sus temas.

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Momentos hubo para cada uno de los que fuimos. El comienzo enérgico de la “Conga del Fuego” por parte de la OUMV, la incorporación del coro de Los Gofiones en una versión de la “Sonata Patética” de Beethoven y la excelente adaptación de un villancico sinfónico. Tras estas intervenciones, los villancicos de Los Gofiones con una “Navidad Guanche” de Taburiente, el conmovedor “Donde estás, San Nicolás” y la interpretación de “Tres Reyes Magos”, conocido en la voz de Mercedes Sosa. La emoción conmovió cimientos con los acordes del “Arrorró”, en las manos de uno de los chicos de Barrios Orquestados, en su violonchelo. Fue otro toque en la puerta de nuestra sensibilidad. El arrorró es el tema por excelencia del amor de una madre hacia su pequeño o pequeña, y en este caso fue mutuo el canto entre Barrios Orquestados y Los Gofiones. Y a este instante siguió otro, el de “Timples@2000”, con la participación de dos pequeños violinistas formando una hermosa “nube de hielo”. La belleza de sus notas imperfectas despejaron aún más el cielo sobre nuestras cabezas, y también lo abrieron para comprender cómo en tan poco tiempo la intensidad de un proyecto social y humano como éste produce la más bella imperfección que se pueda escuchar.

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Merecen una mención las folías que se interpretaron a continuación, en formato sinfónico, con dos solistas que pusieron el alma en las letras para traspasar y unir la raíz popular con la música sinfónica. Estas mezclas producen una suerte de sensaciones que no se pueden describir fácilmente, aunque se explican porque la música permite de manera directa la fusión, algo que quizás otro arte tenga mucho más complicado. Las voces de los solistas llevaron arriba el estilo inconfundible de esta música tan nuestra, con unas letras sentidas y profundas, con una expresión abierta de lo canario. Las dos siguientes intervenciones fueron magníficas, perfectamente audibles con un gran sonido a través de la amplificación que no mermó la que siempre he considerado increíble capacidad de la Orquesta Universitaria. “Momentos del Danzón nº2” de Márquez fueron de una calidad sublime, más cuando el ritmo pausado o frenético de esta obra se transmitía a través del cuerpo oscilante de cada integrante, con una vibración total única. “La Fuga con Pajarillo”, enérgica, dio paso al solo de cuatro de Víctor Batista, que igual dirige al más grande grupo de música popular de estos lares o interpreta un joropo al cuatro con un control y frescura increíble. Un músico integral.

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Del último disco de Los Gofiones, Por una cabeza, se interpretaron varios temas de múltiples estilos, compartiendo incluso la música con la Orquesta Universitaria Maestro Valle. Los Gofiones siempre han tenido la gran habilidad de conectar con su público, y con amantes de la música en general, a través de grandes arreglos de pequeñas canciones, haciéndolas suyas, y entregándolas de tal forma que a poco de ser interpretadas se les queda impregnada el sello gofión. A partir de ese momento, esa canción pasa a ser la pieza de referencia en el particular álbum musical personal.

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La luna ya lucía casi llena en lo alto de la Plaza de Santa Ana cuando llegaron los treinta minutos que bien valen la espera de toda una vida. Y no es porque uno supiera que lo acontecido sucedería, sino que cada persona asistente a ese momento se llevó “un pedacito de azúcar envuelto en un papelito”, tal y como rezó el “Arrorró” con el que empezamos a sentir. El tema “Gran Canaria”, de Los Gofiones, es la expresión de la autenticidad, la confluencia de un amor al terruño que se transmite con cada voz que se levanta y le dice “te llevo en el corazón, te amo con el alma”. Es un himno propio. Es el acontecer tras unas chácaras que te hacen resonar internamente. A esto que ya tenemos asimilado se unieron ciento cincuenta almas que ya forman parte de nuestras vidas, unos niños y niñas que, como indiqué, se asomaron de manera magistral al terreno en el que la música se hace vida, y benditos Gofiones que los acogieron bajo el ala de la experiencia y que les dijeron “ahora les toca a ustedes”. Un momento mágico.

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Uno anda curtido ya con la edad en ciertas lides vividas y aun así sigue emocionándose con ciertas cosas. Ya tocados por el abrazo identitario y emocional que supuso el “Gran Canaria”, Víctor Batista terminó de hacernos sentir nuestro destino e incorporar a nuestras vidas el porqué de aquel instante. Explicó el porqué del músico, su esencia, su motivación, y como se sentía gestor de felicidad por ser músico. Nos dejó anclados a la ilusión y, en cierta manera, a la envidia de no poder vivir ese proceso tan trabajoso… y tan feliz. Pocos se dieron cuenta de que habían entrado los familiares de los niños y niñas de Barrios Orquestados y se habían situado junto a Los Gofiones. Más de trescientas personas en escena. Este momento terminó con la frase que Víctor Batista grabó en nuestras almas: “si sólo uno de estos niños o niñas llega a ser músico, llega a ser gestor de felicidad, todo este esfuerzo habrá valido la pena, porque ellos, a su vez, generarán nueva felicidad en otros niños y niñas que continuarán y perpetuarán ese regalo”. Más alto se podría decir, pero no más claro. Esa capacidad de ser músico, pero sobre todo de ser persona, de un niño o niña de Barrios Orquestados, se deberá a la labor de José Brito y de su equipo, creadores e impulsores del proyecto social y humano que más dará que hablar en mucho tiempo. Y con el tiempo, será la Orquesta Universitaria Maestro Valle la que acoja con toda probabilidad a esos pequeños músicos en su excelente proyecto también. La ALIANZA se había forjado a estos niveles de complicidad y de admiración mutua.

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Con el alma encogida aún, sonó el primer golpe de timbal con el que empezó “Oh, Fortuna!” del Carmina Burana de Orff. Trescientos gestores de felicidad nos hicieron vivir el éxtasis del concierto, el resumen vital de una ALIANZA. Increíble final para tan bello comienzo de historia. Tras una de las ovaciones más grandes e intensas que recuerdo en mi larga vida de espectador, la fiesta del “Somos Costeros” nos hizo soltar la adrenalina y la emoción con los simples gritos de “sardinas frescas” y “viva la fiesta”, y el batir acompasado de palmas en los momentos en que el director así nos lo indicaba. Tras poner turrón la turronera acabó todo, o quizás empezó. Nos fuimos, eso sí, con la sensación de haber sido barnizados con la humanidad de un proyecto como el que presentaron Los Gofiones y con el que acogieron y visibilizaron otros proyectos emergentes, en lo artístico, humano y social, como la Orquesta Universitaria Maestro Valle de la ULPGC y Barrios Orquestados.

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Es difícil encontrar momentos como el del miércoles, pero sí que nos estamos acostumbrando a encontrar proyectos que no están anclados a una rentabilidad económica, tan complicada si la visión de la cultura pasa por recuperar lo invertido. Nadie pagó entrada por estar allí dos horas, pero todos, absolutamente todos, ganamos.

El mundo necesita de ideas como la que acometieron Los Gofiones y mediante la que habilitaron la inclusión de otras dos formas de ver la cultura a través del calado humanista y social como son la Orquesta Universitaria Maestro Valle y Barrios Orquestados. Tres equipos bien formados y montados, tres engranajes del mismo reloj, porque estas cosas no se hacen desde el individualismo o desde la búsqueda del ego personal, se hacen desde el trabajo en común, las cesiones y las concesiones. Y tampoco, aunque sea contradictorio, se hacen desde la cordura. A ALIANZA se le puede aplicar lo que Cortázar aportó: “Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene andando cuando todo alrededor es inmensamente cuerdo”.

Esta realidad que vivimos ha sido, sin duda, apoderada por los sueños. Nos queda mucho por ver y muchos momentos por capturas de nuestra realidad, porque en cada niño de Barrios, en cada intérprete de la OUMV, en cada Gofión, se seguirá siempre cultivando un sueño.

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