Los estragos de la estupidez llegan a ser superados, aunque parezca increíble, por los que generan los intereses políticos y económicos. Y las pruebas las vemos todos los días. Aunque hay momentos sublimes en los que se juntan las tres cosas y el resultado deja al protagonista de La Conjura de los Necios de Kennedy Toole como a un tipo estupendo.

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Un claro ejemplo lo tenemos en el Ayuntamiento de San Javier en el que el alcalde, José Miguel Luengo del Partido Popular, se sube el sueldo astronómicamente con una naturalidad pasmosa gracias a su voto ‘de calidad’. Después de tan generoso acto queda muy feliz, como si hubiera ayudado a una anciana a que no le cortaran la luz de su casa, o como si ese dinero lo hubiera invertido en ayudar a sus conciudadanos en paliar los estragos de las inundaciones que habían sufrido en esos días.

El Festival de Música de Canarias no es menos

Otro ejemplo lo tenemos en el mismo partido, pero esta vez en el Parlamento de Canarias, de la mano de Pepa Luzardo, que viene pidiendo las cuentas del Festival de Música de Canarias desde antes de que comenzara el mismo.

Nuestra graciosa diputada, defensora de la cultura como Dios manda y que tiene la extraña habilidad de opinar sobre los palcos en vez de hacerlo sobre la música del concierto, afirma que va a fiscalizar las cuentas del FIMC… ¿Es que acaso eso es una noticia? ¿Es que no es esa su obligación por la que cobra un dinerito todos los meses? ¿Y no habrá que esperar a que finalice el Festival para tener las partidas de gastos e ingresos y así hacer la memoria económica que podrá ser fiscalizada?

¡Ah! ¡Claro! Es que cuando Juan Mendoza, compañero de Guillermo García Alcalde en la Asociación Wagneriana y amiga de esta, fue director del Festival de Música de Canarias y perdió en 2007 la friolera de 1.348.435,27 euros (más de lo que aporta ahora el Gobierno de Canarias), no se fiscalizó nada de nada. O cuando al año siguiente perdió 477.637,12 euros tampoco consideró necesario fiscalizar nada. O cuando ya en 2009 el mismo arquitecto perdió 1.205.000,00 euros tampoco consideró necesario fiscalizar el tema. Ahora le ha entrado tal arrepentimiento por no haber hecho su trabajo que en esta ocasión el Partido Popular quiere hacerlo por adelantado, fiscalizar unas cuentas de un evento que está comenzando. ¡Toda una noticia para publicarla en Twitter!

Pues el caso es que un conocido periódico apoya la iniciativa tuitera de Pepa y lleva varios días publicando artículos en los que afirma, poco más o menos, que al Festival de Música de Canarias no va ni Dios, que no es nada del otro jueves y que además van a perder muchísimo dinero… ¡Y no solo eso! ¡Ya saben hasta lo que ha costado, céntimos incluidos, la presente edición a pesar de que falta casi un mes para que finalice! Todo un portento en brujería, cábala y predicción.

El desenfreno negativo de Canarias 7

Mientras Victoriano S. Álamo, hermano de Francisco Suárez Álamo, director de Canarias 7, se refería al estreno del FIMC como de «desangelada puesta de largo», «fría», «aplausos que sonaron a protocolo forzado» o «el Festival más opaco que se recuerda»… Sergio Lojendio en El Día hablaba de «sortilegio», «encantamiento fue real y el público ovacionó al compositor», «brillantez y virtuosismo», «la vivacidad se convirtió en un elemento contagioso», «noche viva» o «estimuló las ganas por la música». ¿Tanta diferencia hubo entre el concierto de Tenerife y Gran Canaria? ¡Claro que no! Y el artículo de la musicóloga Marina Hervás lo dejaba muy claro. Y el público levantado aplaudiendo y pidiendo hasta dos bises de la Mahler Chamber Orchestra también lo dejó clarísimo.

Pero da igual. Da lo mismo. Aunque le pregunten a María Victoria Hernández (PSOE) y ella afirme que «aún es pronto para valorar esta 33ª edición. Que para ser justos y no hacer política, que sería lo fácil, creo que habrá que esperar a que finalice el Festival para conocer cómo ha transcurrido esta edición. Ese será el momento de investigar y pedir todos los datos». Aunque le pregunten a Luis Campos (NC) y diga que su partido «no comparte» la idea de que este 33º Festival «sea mediocre y carente de interés». «Que no haya orquestas de referencia internacional no significa que lo programado sea malo. Así quedó de manifiesto, por ejemplo, durante la inauguración con la Mahler Chamber Orchestra y el violinista Frank-Peter Zimmermann. Es de aplaudir, también, que este año se llegue a más municipios». Da lo mismo. Ellos prefieren no ser justos y hacer política poniendo como titular «La opacidad enturbia este Festival» y dando pábulo a la sinrazón.

Y en el colmo del éxtasis y del paroxismo, a Canarias 7 se le ha ocurrido preguntar a sus lectores si «¿Creen que debería haber dimisiones por la falta de público en los conciertos del Festival de Música de Canarias?». Solo pueden contestar sí, no, NS/NC.

Pero vamos a ver:

– ¿Por qué no han hecho esta misma pregunta en 33 años si en pasadas ediciones han asistido menos personas proporcionalmente (si sigue la media actual) teniendo presupuestos muy superiores en la mayoría de los casos y hasta trayendo carísimas orquestas más importantes por su nombre que por el resultado final?

– ¿Las dimisiones por falta de público deben producirse en la prensa que reciben unos miles de euros del Festival y entradas gratis y no son capaces ni de convocar a sus lectores sino, todo lo contrario, se dedican a hacer propaganda negativa favoreciendo las posturas en contra de la cultura?

– ¿Las dimisiones deben producirse en las escuelas por no formar a personas cultas que se interesen por la cultura?

– ¿Las dimisiones deben producirse en los altos cargos del Gobierno?

– ¿Las dimisiones deben producirse en los altos cargos de la oposición?

– ¿Las dimisiones deben producirse en los municipios que a pesar de ofrecerles actividades culturales sin coste para ellos no invierten ni un euro ni en poner un simple cartel anunciando dichas actividades en el propio recinto?

– ¿Las dimisiones deben producirse entre los profesionales que se dedican a componer y a interpretar música por no atraer al público?

– ¿Las dimisiones deben producirse entre los responsables de los espacios escénicos por tener caros edificios que no están dinamizados?

– ¿Las dimisiones deben producirse entre los que intentan hacer más accesible la cultura a la gente bajando los precios y descentralizándola?

El ejemplo de Agüimes

En el caso del concierto que ofreció el Cuarteto de La Habana en Agüimes es cierto que de 600 butacas solo una cuarta parte estaban ocupadas. Y esto, como todo en la vida, tiene varias lecturas:

– Fracaso en el concierto de Agüimes del Cuarteto de La Habana ya que de las 600 personas que podrían haber asistido, solo fueron 150.

– Éxito en el concierto de Agüimes del Cuarteto de La Habana ya que en las 32 ediciones pasadas del Festival no fue ni una sola persona a este teatro (porque jamás se programó nada) y por el contrario en esta edición fueron 150 personas en un auténtico esfuerzo del Festival por ir acercando la cultura a los núcleos desfavorecidos ante este tipo de actividades.

– Éxito en el concierto de Agüimes del Cuarteto de La Habana en la que los 150 asistentes aplaudieron el novedoso programa de compositores latinos que el FIMC trajo por primera vez en 33 años.

¿Hay responsabilidad también para los agoreros?

Y en el caso de que al final del Festival se demuestre que nunca antes, con el mismo dinero, se consiguió que fuera tanta gente, que se hicieran tantos conciertos, que se llegara a tantos municipios, que se ofrecieran tantas acciones educativas y formativas, que se hiciera una oferta tan amplia de estilos… ¿Dimitirán los agoreros y tergiversadores que, quedando 80 conciertos por delante, se dedicaron, día tras día, a soltar sapos y culebras contra un Festival que, a fecha de hoy, está superando los datos previstos, que ha lanzado una actividad educativa sin precedentes y que está teniendo un éxito musical de órdago y un interés con un crecimiento del 600% frente a la anterior edición?

Los datos solo auguran el éxito

Faltan más de 20 días para que finalice el FIMC. Faltan todavía más de 70 conciertos. Y ha quedado claro que las ventas se producen, sobre todo, a última hora.

Si ya se ha cubierto el 30% de los ingresos previstos, si están acudiendo más asistentes que los previstos inicialmente, si hay más conciertos que en las últimas ediciones, si el factor educativo ha crecido exponencialmente, si hay mucha mayor presencia de conciertos en diferentes municipios que en ninguna otra edición anterior, si el coste para el Gobierno es de los más bajos de toda la historia del FIMC, si la oferta musical es mucho más amplia en estilos, si hay muchas más actividades paralelas, si los precios son más asequibles, si la calidad de los eventos no ha sido cuestionada por ningún especialista, si la presencia en medios y redes sociales ha crecido un 600%… ¿De qué estamos hablando entonces? ¿Qué intereses políticos y económicos subyacen detrás de todo esto? Hace unos meses ya explicaba mi punto de vista en el artículo titulado El Festival de Música de Canarias para ‘dummies’.

¿No sería obligación de todos nosotros el hacer todo lo posible para que este evento, financiado con dinero público, con el dinero de todos nosotros, lo disfrute la mayor cantidad de gente posible y para que económicamente hablando, culturalmente hablando, educativamente hablando, bajo el punto de vista de la dinamización turística y hasta bajo el punto de vista del entretenimiento sea lo más eficiente posible?