presupuestos de cultura para el 2018

Este año el presupuesto de la comunidad autónoma canaria asciende en casi mil millones, pero este crecimiento no se refleja razonablemente en los presupuestos para Cultura.

Mientras que en el año 2007, con menos presupuesto general, solo cultura contaba en Canarias con 77 millones de euros, este año, las tres áreas que gestiona Isaac Castellano, o que debería gestionar, contará con solo 97 millones para turismo, cultura y deportes. Una auténtica tomadura de pelo. Hablamos de 24 millones para cultura, un 70% menos que en el año 2007 cuando el presupuesto general era inferior al actual.

Seguimos siendo el hazmerreir en el comparativo con otras comunidades autónomas donde catalanes, vascos y hasta los gallegos, con un gobierno no nacionalista en el último caso, invierten en cultura mucho más. Concretamente hasta diez veces más, proporcionalmente, que nosotros. Hasta en las Islas Baleares se invierte más que aquí.

¿Dónde quedó el acuerdo de todo el arco parlamentario para llegar al 2% del presupuesto para cultura? Dos por ciento que es justo lo que el sector aporta al PIB a pesar de la ridícula inversión. Cultura aporta al PIB canario prácticamente lo mismo que la agricultura isleña, solo que la agricultura canaria cuenta con 300 millones de euros en ayudas y la cultura no tiene ni un 10% de esa cifra.

Y si hablamos de Europa, la cultura genera más empleo y aporta más el PIB que sectores como el energético o la industria del automóvil.

Argumentar que hay otras prioridades ante estos argumentos, o decir que ya se ha incrementado un 50% teniendo en cuenta que la pérdida acumulada estaba en más del 80%, es una soberana falacia inadmisible entre personas inteligentes.

De nada ha servido que el Parlamento Canario creara una comisión de estudio de la cultura en la que participaron decenas de personalidades dedicándoles tiempo, conocimiento y pasión a cambio de absolutamente nada. Como de nada ha servido el Plan Canario de Cultura elaborado entre miles de profesionales que participaron entusiasmados la primera vez y que este año, en la presunta actualización, dejaron constancia de su hartazgo en lo que consideran una farsa. Actualización que se hizo después de que durante todos estos años no se acometiera de forma seria y efectiva absolutamente ningún punto del anterior Plan Estratégico por no asignarle partida presupuestaria alguna. Igualmente que pasa con el Consejo Canario de Cultura o el Consejo Asesor del FIMC, a los que no hacen ni el menor caso. Igual que la memoria del Festival de Música de Canarias y su Plan Estratégico que también se han pasado por el arco del triunfo.

La realidad es que el nacionalismo canario se desdibuja, pierde seguidores, y pretende conseguir, deprisa y corriendo, lo que no ha hecho en casi 40 años de hegemonía de nadismo y amiguismo cultural. Ya sea intentando fagotizar ahora proyectos que ningunearon durante años, como es el caso de Barrios Orquestados, o intentando que el Ministerio de Educación les apruebe antes de las elecciones la inclusión del timple en las enseñanzas regladas de los conservatorios, o colocando a dedo para dirigir el FIMC a alguien que jamás hubiera pasado ni la preselección del concurso. Cualquier cosa menos plantearse la construcción de políticas culturales como país a corto, medio y largo plazo.

Y es que de nada sirven las buenas palabras y los grandes aspavientos si no van acompañados de su correspondiente partida presupuestaria a la altura de las circunstancias.

Para saber si un político dice la verdad solo hay que esperar a los presupuestos. Esa es la prueba del algodón.

Solo puedo hacer mías las palabras de Juan Márquez, parlamentario del grupo Podemos, que parece ser de las pocas personas que tienen claro lo que significa de verdad y lo que implica realmente la cultura para los pueblos y para las naciones.

«Ustedes reniegan de la construcción de una política cultural como país, como autonomía, como nación, como un todo, para delegar en los Cabildos, Cabildos que algunos asignan ya mayor presupuesto a cultura que el propio Gobierno de Canarias, la construcción de ese relato identitario. Parece mentira que un partido que se define a sí mismo como nacionalista, no tenga un proyecto de construcción identitaria como país».